ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA.
EL MÉTODO DE ESTUDIO DE NUESTRO PADRE.
ERMG
1
Alfonso Malaspina llegó hasta sexto grado de primaria,
allá en Santa María; pero era un hombre
de amplia cultura. Algo que se entiende si
tenemos en cuenta que uno de sus maestros fue, nada más y nada menos, que José
Antonio de Armas Chitty, un caraqueño que se hizo guariqueño cuando se fue
a vivir a la tierra de Ipire.
Armas Chitty, con el tiempo, ocupó un Sillón en la
Academia de la Historia, se hizo
investigador, cronista, poeta, ensayista y biógrafo de alto vuelo.
2
Cuando yo cursaba
el último año de primaria con la maestra Dalila en el Grupo Escolar
Monseñor Rodríguez Álvarez, papá me vio estudiando. Se acercó y me dijo:
— El mejor tiempo para estudiar es la madrugada, para
leer en voz alta y caminando.
Empecé a levantarme a las cinco de la mañana para
pasearme por el patio de la casa y leer mis apuntes en voz alta. El rendimiento
fue notable.
Durante esas jornadas, varias veces, papá me hizo
correcciones de acentuación y dicción de palabras.
3
Es evidente que los conocimientos se asimilan mejor a
esas horas de la mañana porque el ambiente está fresco, y el cerebro también.
Ahora bien, la idea de caminar para aprender es muy antigua. Aristóteles la usó
con sus alumnos, los peripatéticos (los que pasean o andan mientras razonan).
Los que ven la serie del doctor House han notado que casi todas las escenas
donde se discuten los casos clínicos se hacen mientras los médicos se pasean
por el corredor del hospital. House es un genuino peripatético.
4
Nietzsche decía: no se puede aprender sentado al
escritorio. A esos los llamó “culoepiedra”. Hay que caminar para que las ideas
lleguen mejor, afirmaba.
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