ALFONSO MALASPINA.1923-2010

ALFONSO MALASPINA.1923-2010
ALFONSO MALASPINA

sábado, 6 de diciembre de 2025

ES LA SANGRE DE DANTON QUE TE AHOGA.

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA

“ES LA SANGRE DE DANTON QUE TE AHOGA”.





Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Papá conocía bastante de historia universal. Una vez me habló de la Revolución Francesa (1789-1799). Se refirió en esa ocasión a dos grandes líderes de la revolución: Robespierre y Danton.  Robespierre, a quien llamaban “El Incorruptible” (podía mandar a la guillotina a alguien que se había robado un centavo) sospechaba de todo aquel que no era tan radical como él.

2

Robespierre y Danton eran amigos; pero una vez Robespierre sospechó algo de su amigo Danton y lo mandó a la guillotina.

3

Como en toda revolución, cada uno sospechaba del otro. A Robespierre le llegó su turno cuando empezaron a sospechar de él.

Lo encontraron con un plomazo en el rostro. Unos dicen que intentó suicidarse. Otros afirman que fue un gendarme que le disparó.  Tenía la mejilla izquierda destrozada, la mandíbula hecha pedazos y varios dientes arrancados.

Pero igual lo mandaron a la guillotina.

4

Papá continuaba el relato:

Antes de ser guillotinado, Robespierre quiso decir algo, pero solo le salió un “gorgoreo” por las heridas graves. Entonces alguien del público le grito:

¡Es la sangre de Danton que te ahoga!

 

Ilustración: Pintura de Valery Jacobi  (1864) donde se ve a Robespierre herido tumbado sobre una mesa. (Galería Tretiakov de Moscú).

 

¿CON QUIÉN VAMOS?

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA

¿CON QUIÉN VAMOS?

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

 


 

1

Hay una vivencia que pasé junto a nuestro padre que la asocié instantáneamente con el primer capítulo de Doña Bárbara, llamado ¿Con quién vamos?

En ese capítulo los viajeros  empiezan a atravesar el río en un bongo. Ya  habían avanzado por las aguas, cuando uno de los palanqueros  dijo:

—¡Vamos solos, patrón!

El patrón del bongo ordenó regresar a tierra. Santos Luzardo preguntó por qué se regresaban, y el patrón le explicó que se les había quedado el Viejito en tierra.

“Regresó el bongo al punto de partida. Puso de nuevo el patrón rumbo afuera, a tiempo que preguntaba, alzando la voz: —¿Con quién vamos? —¡Con Dios! –respondieron los palanqueros. —¡Y con la Virgen! –agregó él. Y luego a Luzardo: Ese era el Viejito que se nos había quedado en tierra. Por estos ríos llaneros, cuando se abandona la orilla, hay que salir siempre con Dios”.

2

Una vez papá y yo íbamos a hacer una diligencia a Roblecito en el Avispón Verde. Salimos de Las Mercedes y cuando nos acercamos a la curva, papá detuvo el camión y puso marcha atrás. Cuando indagué por qué hacía eso, solo me dijo:Se me olvido algo.

Entramos al pueblo, e inmediatamente empezamos a salir nuevamente; y cuando pasamos al lado de la iglesia, papá se persignó y me dijo: Esto fue  lo que olvidé. Sin Dios no voy a ninguna parte.

 

 

domingo, 2 de noviembre de 2025

NUESTRO PADRE COMO LECTOR.

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA.

 

NUESTRO PADRE COMO LECTOR.

ERMG





1

Papá leía siempre la prensa. Apenas llegaba el carro con los periódicos me manda a comparar El Nacional. Pero también leía algunos libros.

Una vez vi sobre su mesita de noche, al lado de una estatuilla metálica del Quijote que yo le regalé, unos cuantos libros. Uno era sobre los astros, otro sobre los Rosacruces; y otro libro más parecía la obra de un pastor.

2

Empecé a hojear los libros uno por uno. En el de los astros, papá  había subrayado lo de la revolución de Copérnico. En el de los Rosacruces  había remarcado algo sobre la importancia de la autodisciplina y la meditación.

Pero lo que más me llamó la atención  era lo que estaba resaltado en tinta azul en el libro del pastor.

El texto destacado, más o menos, decía esto:

“Nunca te niegues a hacer un favor, incluso si te lo solicitan en la madrugada, porque llegará un momento en la vejez cuando nadie  te pedirá nada; ni un favor, ni una ayuda, porque te creerán alguien que ya no puede ayudar”.

3

Recuerdo que aquella vez, esa nota me puso melancólico y reflexivo.

 

 

 

sábado, 9 de agosto de 2025

GUSTOS CULINARIOS DE ALFONSO MALASPINA

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA.

 

GUSTOS CULINARIOS DE NUESTRO PADRE.

“Nadie muere siempre y cuando sea recordado”.






1

Nuestro padre tenía sus preferencias en materia de alimentación, y a la hora de las comidas su comportamiento   se correspondían con las  normas de la decencia y los buenos modales.

Alfonso Malaspina tenía conocimientos del “Manual de urbanidad y  buenas maneras” (1853)de Manuel Antonio Carreño, según el cual “la mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el grado de educación y de cultura de una persona, y jamás llegará a ser excesivo el cuidado que pongamos en el modo de conducirnos en la mesa, manifestando en todos nuestros actos aquella delicadeza, moderación y compostura que distinguen siempre en ella al hombre verdaderamente fino”

2

Se sentaba, invariablemente, en un mismo sitio y a la misma hora,  manejaba con elegancia los cubiertos. Comía sin apuros en el espíritu de la atención plena de los estoicos: dedicarse en cuerpo y alma a la tarea que se está realizando. Amonestaba al que colocara los codos sobre la mesa.

Escrupulosamente, retiraba las grasas de las  carnes. Entre sus platos estaban las costillas de res sancochadas, sopa con el hueso de la cola de la vaca, hígado, riñones, sesos con huevos revueltos, testículos o bolas de toro, el ojo de vaca en batido, chinchurria.

A las arepas le extraía la masa y se comía los discos externos crujientes, luego de colocarles algún relleno, como queso de mano o mantequilla bruun.

Prefería el casabe al pan de trigo. Gustaba del maíz asado. Una vez hizo una fogata para azar maíz en la casa de la Eliseo Marchena. Cuando alguna mazorca estaba bien asada la extraía de las brasas y se la entregaba a algunos de nosotros, mientras nos contaba algo. La escena quedó para siempre grabada en mi memoria como un pasaje muy tierno de su amor paterno.

Él mismo compraba las docenas de jojotos para las cachapas.

Decía que las empanadas de gallo eran una delicia, y al igual que el guiso de las hallacas, las comía con casabe.

Cuando viajaba traía casabe dulce llamado “jaujau” para obsequiarnos a nosotros y para su propio consumo. Decía que los hacían en Santa María de Ipire.

Le encantaban las vainitas, ligeramente fritas.

Tomaba parte activa en la preparación de los platos de Semana Santa y Navidad. Buscaba los encurtidos y escogía las hojas de topocho.

3

El café negro lo tomaba solo en las mañanas.

De las bebidas  gustaba de un refresco argentino llamado “Bidú”. A veces tomaba coca-cola de la botella más pequeña, de la cual extraía el gas trasvasándolo para luego agregarle agua. Bebía agua mineral sin gas, té con leche, batidos de leche con malta y un huevo crudo.

Gustaba de un jugo de manzanas (Purita) que generalmente lo compraba cuando alguien de nosotros enfermaba.

Era prácticamente abstemio. Tomaba un whisky de vez en cuando. También unas cervezas en los toros coleados. Un día nos dijo que en las reuniones lo mejor para no emborracharse era vaciar la botella, disimuladamente, sobre el piso. Él lo hacía  lanzando el líquido a sus espaldas.

4

A pesar de sus costumbres correctas en la mesa, tenía también opiniones erradas sobre ciertos alimentos. Por ejemplo, del huevo retiraba la parte blanca y consumía la amarilla, porque creía que lo blanco era de grasas. Decía que el bagazo de la patilla y las naranjas no debía tragarse.

5

Papá comía en la casa, pero a veces se quedaba trabajando en el negocio. Entonces, había que llevarle la comida. Mamá preparaba la vianda, la cual se conformaba de una torre de varios platos de vidrio con los respectivos alimentos. Luego esos platos eran envueltos en un paño con un nudo en la parte superior que también servía de asa para cargarlo.

Casi siempre yo llevaba la vianda. Un día mamá preparó una enorme vianda con muchos platos. Estaba lloviendo. Cuando escampó salí con mi encomienda. Las aceras estaban mojadas. Me resbalé y escuché el típico sonido de la porcelana cuando se hace trizas.

Me paré y seguí hasta el negocio como si nada hubiera pasado. Llegué y coloqué la vianda que ahora era más pequeña porque, en realidad, era un bulto de platos rotos mezclados con comidas. La puse sobre una mesa, y le dije: Ahí está la comida. Salí apresurado y muy asustado para la casa. No le dije nada a mama.

A los pocos minutos llegó papá a la casa y le dijo a mamá:

—Me quieres envenenar con vidrio molido.

lunes, 9 de junio de 2025

NUESTRO PADRE Y LAS RIMAS DE BÉCQUER.

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA.

 

NUESTRO PADRE Y LAS RIMAS DE BÉCQUER.




ERMG

1

Papá tenía un bagaje cultural del cual no se jactaba nunca. Detrás del hombre de negocios estaba el intelectual, chapado a la antigua, cuyos conocimientos adquirió en tiempos cuando la escuela primaria se guiaba por principios enciclopédicos: se estudiaba de todo un poco de muchas disciplinas.

2

Generalmente, hablaba de historia, política o poesía cuando alguien citaba un nombre o aparecía una reseña  en los periódicos sobre algún escritor.

Una vez, leyendo El Nacional, papá encontró una nota donde se citaba al poeta español   Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870).

Entonces recitó de memoria una de las rimas más famosas de ese gran bardo:

 

Volverán las oscuras golondrinas,

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha al contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres,

esas... ¡No volverán!

 

 

jueves, 5 de junio de 2025

EL MÉTODO DE ESTUDIO DE ALFONSO MALASPINA

 

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA.

EL MÉTODO DE ESTUDIO DE NUESTRO PADRE.

ERMG


 

 

1

Alfonso Malaspina llegó hasta sexto grado de primaria, allá en Santa María; pero era  un hombre de   amplia cultura. Algo que se entiende si tenemos en cuenta que uno de sus maestros fue, nada más y nada menos, que José Antonio de Armas Chitty, un caraqueño que se hizo guariqueño cuando se fue a  vivir a la tierra de Ipire.  

Armas Chitty, con el tiempo, ocupó un Sillón en la Academia de la  Historia, se hizo investigador, cronista, poeta, ensayista y biógrafo de alto vuelo.

2

Cuando yo cursaba  el último año de primaria con la maestra Dalila en el Grupo Escolar Monseñor Rodríguez Álvarez, papá me vio estudiando. Se  acercó y me dijo:

    El mejor tiempo para estudiar es la madrugada, para leer   en voz alta y caminando.

Empecé a levantarme a las cinco de la mañana para pasearme por el patio de la casa y leer mis apuntes en voz alta. El rendimiento fue notable.

Durante esas jornadas, varias veces, papá me hizo correcciones de acentuación y dicción de palabras.

3

Es evidente que los conocimientos se asimilan mejor a esas horas de la mañana porque el ambiente está fresco, y el cerebro también. Ahora bien, la idea de caminar para aprender es muy antigua. Aristóteles la usó con sus alumnos, los peripatéticos (los que pasean o andan mientras razonan). Los que ven la serie del doctor House han notado que casi todas las escenas donde se discuten los casos clínicos se hacen mientras los médicos se pasean por el corredor del hospital. House es un genuino peripatético.

4

Nietzsche decía: no se puede aprender sentado al escritorio. A esos los llamó “culoepiedra”. Hay que caminar para que las ideas lleguen mejor, afirmaba.

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sábado, 31 de mayo de 2025

ALFONSO MALASPINA Y EL POETA JOSÉ SANTOS CHOCANO.

 

ANECDOTARIO DE ALFONSO MALASPINA

 

ALFONSO MALASPINA Y EL POETA JOSÉ  SANTOS CHOCANO.




ERMG

1

Papá una vez me preguntó si conocía al poeta José Santos Chocano, y yo le contesté que no. Entonces me explico: fue un poeta peruano, muy bueno pero muy pendenciero. Mató de un plomazo a un escritor y a él lo asesinaron de una puñalada en el corazón. Lo enterraron de pie. Luego recitó un poema del bardo, y me dijo que quería contarme una anécdota de ese poeta que escuchó cuando estudiaba sexto grado en Santa María de Ipire.

2

La anécdota es la siguiente: En Lima se celebraba una reunión de poetas, y José Santos Chocano era el encargado de recibir las credenciales de los participantes. Los poetas le entregaban los papeles y Chocano, luego de revisar, los mandaba a pasar a la sala de conferencias.

Pero, repentinamente, se presentó un hombre desgarbado y sin credenciales. Chocano le explico al hombre que sin credenciales no podía creerle que era un poeta de verdad.

Entonces, el desgarbado extendió una mano hacia Chocano y recitó:

Que soy poeta, y me atrevo

te voy a demostrar, Chocano

a escribirte con el g**vo

un madrigal en el ano.

3

Una vez visité al poeta Sael Ibáñez en la Casa Bello que él presidía. Estaba con otros poetas hablando de José Santos Chocano. Intervine y conté  la anécdota de papá.  Sael soltó una gran carcajada, para luego preguntarme: ¿Será verdad? Le contesté que se la relataron a mi padre en Santa María de Ipire, entonces me dijo:

—¡Coño! ¡Si tu papá la escuchó en Santa María de Ipire, entonces, es verdad!

4

Mucho tiempo después investigué sobre José Santos Chocano. Leí su biografía y algunos de sus poemas. Efectivamente, lo enterraron de pie, porque así lo pidió en un poema:

 

Este metro cuadrado que en la tierra he buscado,

vendrá tarde a ser mío. Muerto, al fin, lo tendré...

¡Yo no espero ya ahora más que un metro cuadrado!

donde tengan un día que enterrarme de pie!

(La vida náufraga)

6

No recuerdo el poema de Chocano que recitó papá aquel lejano día. Pero si me identifico, plenamente, con uno de sus versos:

 

¡Señor!, ya me canso de viajar, ya siento

nostalgia, ya ansío descansar muy junto

de los míos... Todos rodearán mi asiento

para que diga mis penas y triunfos;

y yo, a la manera del que recorriera

un álbum de cromos, contaré con gusto

las mil y una noches de mis aventuras.